András Szatmári

Cuéntenos de usted y de su trabajo.
Dirijo el Centro Cardiológico Pediátrico en el Instituto de Cardiología (Hungarian Institute of Cardiology/ HIC) en Budapest. Fue también en Budapest donde dio comienzo mi carrera profesional con la formación básica en pediatría y en cardiología pediátrica. Por entonces, las condiciones de vida en Europa del Este eran difíciles, de modo que me alegré al recibír la oferta para trabajar con el profesor Hess en los Países Bajos. Después de una formación y de un trabajo de casi cinco años en el Sophia Children’s Hospital de Rotterdam regresé a Budapest en 1993 para impulsar el desarrollo de la cardiología pediátrica. De modo que, finalmente, pudimos fundar el Centro Cardiológico Pediátrico en el Instituto Húngaro de Cardiología. Allí tratamos a casi todos los pacientes húngaros que sufren de defecto cardiaco congénito.
 
¿Cuáles fueron las principales dificultades a la hora de crear el centro?

Necesitábamos sobre todo buen personal y buenos médicos. Además, tuvimos que convencer a las autoridades y a los políticos de que para un país como Hungría, que sólo cuenta diez millones de habitantes, es más razonable y efectivo disponer de un centro cardiológico único. Por suerte, tuvimos éxito, así que en 1996 pudimos dar comienzo a la planificación del centro que se construiría junto al edificio en que trabajabamos. En la actualidad llevamos a cabo allí cerca de 600 intervenciones quirúrgicas al año; lo que es comparable a las de otros grandes centros cardiológicos europeos. Pero ha sido un camino duro y tuvimos que esforzarnos mucho para progresar de esa manera, porque Hungría no es un país rico.

Como en otros grandes centros cardiológicos de Europa, también en nuestro centro están la cardiología de adultos y la pediatríca alojadas bajo el mismo techo. Lo que ofrece varias ventajas, ya que las innovaciones tecnológicas y los desarrollos se logran en la mayoría de los casos primero en la cardiología de adultos. La proximidad de las instalaciones y de la comunicación nos permite aprovechar de forma precoz tales tecnologías también en la cardiología pediátrica. Además mantenemos estrechos contactos con otros especialistas. A medida que crecen nuestros pacientes intercambiamos opiniones con los cardiólogos de adultos. Así pues, puede decirse que la cardiología de adultos y la pediátrica son vecinas, de modo que nuestros pacientes cumplen los 18 años simplemente se mudan a la puerta contigua, y nosotros hablamos con los colegas de la cardiología de adultos, con lo que la transición se hace más fácil.
 
¿De qué forma pueden seguir desarrollando otros países de Europa del Este la atención medica de personas con defectos cardiacos congénitos?

Por experiencia creo que, a menudo, no es cosa ni de motivación ni de voluntad, sino antes bien de formación deficiente de los médicos jóvenes. Nuestra responsabilidad frente a Europa radica en compartir nuestros conocimientos, formar debidamente a los médicos y capacitarlos para que puedan mejorar la atención médica en sus propios países. Por ese motivo, la AEPC ha desarrollado directivas de formación de médicos noveles. Ése ha sido uno de mis proyectos cardiológicos más queridos como presidente de la AEPC. 

¿Qué le gusta de Corience?

Los defectos cardiacos constituyen una de las enfermedades más graves, porque presentan retos complejos que duran toda la vida. Por eso es tan importante instruir a los padres y a los pacientes acerca de la situación real y de los riesgos. Corience ofrece informaciones contrastadas y valiosas porque es un proyecto en el que colaboran médicos, pacientes, padres y especialistas de los medios de información. Además, Corience evidencia a los políticos a qué problemas se enfrentan personas que padecen defectos cardiacos congénitos. Y, por último, me gusta el aspecto europeo de Corience. Me parece bien que hayamos entendido que somos un continente y que podemos colaborar.   

¿De qué se ocupa aparte de su trabajo?   
Amo la música y el arte. Eso me viene de familia: mi padre estudió arte y música. Ambas cosas son muy importantes en mi vida.