La pareja: relación y comunicación

(© Ulrika Hallin)

Normalmente, la llegada de un hijo es la culminación del proceso en el que dos personas han decidido compartir sus vidas. En este contexto, la noticia de que el fruto de sus ilusiones, su hijo, tiene una cardiopatía congénita ejerce sobre la relación de pareja el efecto devastador de una bomba.

Si bien es cierto que la noticia remueve, de forma drástica, los cimientos de todo matrimonio, lo que no aparece tan claro, según los estudios realizados hasta el momento, es que los índices de divorcio o de separación legal entre las parejas con hijos con cardiopatía congénita difieran de forma significativa de los índices entre las parejas con niños sanos. No obstante, lo que sí parece claro es que, para conseguir mantener el barco del matrimonio a flote y a toda vela, es imprescindible mantener abiertas y activas las vías de comunicación entre los miembros de la pareja.

Asimilar la noticia

Cuando los padres reciben la noticia tienen que afrontarla a distintos niveles: como individuos, como pareja y como familia.

Individualmente, cada miembro de la pareja tiene que procesar emocionalmente la noticia hasta llegar a aceptar el hecho de que su hijo tiene una cardiopatía congénita. Al mismo tiempo, cada uno de ellos no debe olvidar que comparte la paternidad del hijo con otra persona que ha recibido un impacto emocional similar al suyo, pero que puede tener una forma muy diferente de procesarlo.

En el proceso de asimilación de la noticia, cada uno de los miembros de la pareja puede estar demandando apoyo emocional por parte del otro, sin darse cuenta de que su compañero, tal vez, no esté preparado para aportarle ese apoyo. Cada individuo tiene una capacidad y un ritmo de procesamiento diferente, y es muy posible que los ritmos de asimilación no se ajusten inicialmente.

El ritmo de procesamiento y aceptación de la noticia dependerá tanto de elementos internos del sujeto como de elementos externos al individuo. Son muchos los elementos externos que van a afectar el proceso de asimilación de la noticia (durante el embarazo o con el nacimiento del niño): la edad del hijo en el momento del diagnóstico, si va a requerir o no cirugía, los planes de tratamiento futuro, las previsiones de recuperación, por nombrar sólo algunos. Igual de diversos y únicos son los elementos propios de cada uno de los padres, que van a condicionar su respuesta ante la noticia

Por ello, es difícil generalizar y prever cuál va a ser la respuesta exacta de los padres como pareja ante la cardiopatía congénita de su hijo.

Qué dicen los expertos

Algunos estudios llevados a cabo a finales de la década de los setenta y principio de los ochenta plantean que los índices de divorcio o de separación legal entre las parejas con hijos con cardiopatía congénita no diferían de forma significativa de los índices presentados por las parejas de niños sanos.

Otras conclusiones más recientes plantean que el grado de insatisfacción matrimonial aumenta entre los padres de niños cardiópatas y que las madres de niños con cardiopatía congénita parecen mostrar mayor riesgo de ruptura matrimonial que las madres de niños sanos. No obstante, los estudios no demuestran si los riesgos acaban materializándose en un mayor índice de separaciones legales y divorcios o no.

Lo que sí ha quedado demostrado es que los padres de niños con cardiopatías congénitas pasan por un proceso que pone en peligro su estabilidad matrimonial. ¿Por qué? En general, porque la comunicación entre los miembros de la pareja se debilita, incluso, en ocasiones, hasta llega a desaparecer. Entender el proceso y sus riesgos tal vez pueda ayudar a minimizar sus consecuencias.

Identificar al enemigo

Hay que partir de la base de que tanto la noticia como el enfrentamiento diario a una enfermedad congénita generan una serie de factores que dificultan la comunicación entre la pareja y favorecen el silencio. Entre ellos cabe destacar:

  • El cansancio físico.
  • El cansancio emocional causado por el estrés, la ansiedad, la angustia y el bloqueo mental.
  • La falta de tiempo para uno mismo.
  • La incapacidad para reflexionar.
  • La sensación de impotencia.
  • El miedo a que el hecho de mostrar la debilidad personal o el estrés, pueda afectar al otro.
  • El miedo a que el dolor de la otra persona te hunda aún más.
  • El miedo a hacer daño a la pareja.
  • La sensación de total desorientación y falta de control.

No obstante, es esencial que la pareja acepte que la comunicación es imprescindible para su supervivencia como tal.

Disculpe, ¿quién es usted?

En los momentos iniciales, el propio dolor y el impacto de la noticia pueden ser la causa principal del silencio, pero no es infrecuente que a estos factores se sumen otros más difíciles de explicar y de aceptar por el propio individuo o su pareja.

La experiencia de tener un hijo con cardiopatía congénita puede desencadenar en la persona sensaciones o sentimientos que nunca antes había experimentado y, por consiguiente, sus reacciones ante estos sentimientos pueden resultar absolutamente inesperadas, incluso para el propio sujeto. La pareja puede descubrir que tiene frente a él o ella a una persona que no había visto con anterioridad, un desconocido.
El individuo puede llegar a ser un desconocido incluso para sí mismo, reconociendo de pronto en él reacciones o deseos que nunca había sentido antes. Estas reacciones pueden ser tanto de afrontamiento como de inhibición. Lo mismo puede descubrir en sí mismo un valor y una fortaleza desconocidos, como puede sentir un pánico incontrolable.

Si los sentimientos que experimenta, aunque desconocidos, son altruistas y positivos, serán más fáciles de gestionar emocionalmente. Los problemas surgirán, si lo que siente, no entra dentro de lo que tanto el propio individuo como su entorno consideran como socialmente aceptable.

Sentirse culpable

En el momento en el que su hijo más le necesita, puede tener deseos de salir corriendo y huir lo más lejos posible, deseando que nada de lo que está pasando hubiera ocurrido jamás. En definitiva, deseando incluso que su hijo no hubiera nacido. El reconocimiento de este sentimiento le puede llevar a culpabilizarse, pensando que es un mal padre o madre, que no está a la altura de las circunstancias. Puede llevarle a avergonzarse de sí mismo, a sentirse decepcionado, incapaz, mala persona.

En esos momentos, puede necesitar recurrir al apoyo de su pareja esperando que le ayude a volver a encontrarse a sí mismo, que le comprenda. Pero, si su pareja está experimentando los mismos sentimientos, será difícil que pueda ayudarle. Si, por el contrario, la forma de enfrentarse al problema es radicalmente distinta a la suya (aumento del deseo de estar con el hijo, de protegerle, de “desvivirse” por él) puede hacer que el sujeto se sienta aún peor y más culpable. La culpabilización puede que venga por parte de la pareja, pero también puede proceder de uno mismo.

Aceptar la situación

Las reacciones pueden ser muy diversas y lo cierto es que nadie sabe bien cómo va a reaccionar hasta que no se enfrenta a la situación. Todas las reacciones, sin embargo, son perfectamente normales ante una realidad de tan alto impacto emocional. No hay reacciones buenas o malas, positivas o negativas. No hay que avergonzarse ni sentirse inferior. Simplemente es importante hacer un esfuerzo sincero por detectar aquellas reacciones que pueden ser perjudiciales, tanto para el propio individuo como para la pareja y la familia, con vistas a afrontarlas y erradicarlas poco a poco.

Cada uno a lo suyo

Las circunstancias, con frecuencia, exigen una reorganización de la vida familiar. Las nuevas necesidades llevan a una redistribución de los papeles que previamente desempeñaba cada individuo y, a menudo, cada uno de los miembros de la pareja se ve obligado a enfatizar su rol de género:

  • El cuidador (normalmente la madre) tiene que dedicar más tiempo al hijo enfermo. Esta mayor dedicación, en ocasiones, implica incluso que tenga que abandonar el trabajo que realizaba con anterioridad.
  • El proveedor (normalmente el padre) se ve obligado a dedicar más tiempo al trabajo, en especial, si han aumentado los gastos y se han reducido los ingresos, porque uno de los miembros de la pareja se ha visto obligado a dejar de trabajar fuera de casa.

Esta necesidad de “especialización” aumenta la distancia –incluso física- entre los miembros de la pareja y dificulta la comunicación.

Escoger bien las armas

Para poder hacer frente satisfactoriamente a todos los factores que incrementan la tensión (a los que habría que sumar el cuidado de los otros hijos o los desplazamientos al hospital), la pareja debe escoger las armas más adecuadas que fomenten la comunicación y el entendimiento. Estas armas son:

  • Buscar el momento adecuado para hablar, a ser posible, que no sea al final del día, cuando ambos miembros de la pareja están cansados.
  • Intentar controlar la situación. No dejarse arrastrar por los acontecimientos ni por los sentimientos.
  • Ser sincero.
  • Escuchar sin prejuzgar.
  • Mostrar empatía. Ponerse en el lugar del otro.
  • Pensar antes de hablar.
  • Abrirse.
  • Preguntar.
  • Respetar.
  • Dejar espacio a la pareja.
  • Confiar en uno mismo y en el otro.
  • Tener paciencia, con uno mismo, con la pareja y con la situación.
  • Perseverar.

Conclusión

En los momentos de mayor dolor, ayuda el sentirse acompañado. Hay momentos en los que el individuo se siente tan hundido que le parece imposible poder ayudar a la otra persona. Sin embargo, siempre es posible mostrar al otro cariño, comprensión y respeto. También hay que aceptar que la pareja tiene necesidad de momentos de soledad y de sentir que tiene una vida propia.

Es esencial no establecer comparaciones ni competencias entre los miembros de la pareja del siguiente estilo: “quién sufre más”, “quién se esfuerza más”, “quién quiere más a su hijo”, “quién es mejor padre…”

Hay que aceptar que cada uno tiene una identidad, una personalidad y unas necesidades propias que hay que respetar. Cada uno tiene un ritmo diferente de adaptación y recuperación. Esta es una realidad que todos los miembros de la familia deben aceptar. El reto está precisamente en ajustar los ritmos de todos logrando que ninguno se sienta marginado. La diversidad es enriquecedora y cada uno ha de buscar en la nueva estructuración de la familia el lugar en el que se sienta más útil para conseguir el bienestar de todos.

La comunicación sincera es la mejor herramienta para evitar el hermetismo, el distanciamiento y los malentendidos. Por consiguiente, ambos miembros de la pareja deben hacer un esfuerzo, pararse y reflexionar sobre cuáles son los elementos que dificultan su comunicación y cuáles son las vías más adecuadas para potenciarla. La comunicación debe pasar a ser una prioridad para garantizar la salud emocional de toda la familia.

Referencias

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Revisado por: Araceli Galindo
Última actualización: 2009-04-24

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Comentarios sobre este artículo

09-04-2010 | stephanie wilmer, deutschland
mein sohn hat auch einen herzfehler von geburt an! er musste operiert werden sonst wäre es zu spät gewesen! und ja ich gebe mir die schuld daran. mein partner musste zur bundeswehr obwohl der kleine noch im krankenhaus liegt! das ist gerade eine sehr schwere zeit für uns alle ich wollte erstmal einfach nur weg als der arzt kam und uns von dem herzfehler erzählt hat für mich ist eine welt zusammen gebrochen! mein partner und ich mussten jeweils alleine damit klar kommen wir haben nicht geredet und liebe leute ich sage euch das ist der grösste fehler dadurch ist fast unsere beziehung kaputt gegagen, aber ich bin so froh das er mitte der nächsten woche entlassenc wird wenn alles gut bleibt