Drogas y cardiopatías congénitas
Narcóticos, nicotina y alcohol
Nos guste o no, el alcohol, el tabaco y, en algunos casos, las drogas ilegales forman parte de nuestra vida y mucha gente los consume a pesar de los riesgos que conllevan para la salud; riesgos que todos conocemos. Para aquellas personas que padezcan cardiopatías congénitas, los riesgos son aún mayores, especialmente si son fumadores. La nicotina, presente en el tabaco, incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares y provoca cáncer. Por otra parte, un consumo moderado de alcohol no resulta peligroso, a menos que tomes warfarina.
Ten cuidado
El corazón de aquellos que padecen cardiopatías congénitas sufre los mismos efectos negativos de la nicotina y los narcóticos que el del resto de la población, pero los primeros deberían tener especial cuidado, ya que las drogas pueden ser aún más peligrosas si el corazón ya se encuentra bajo presión.
Muchos de nosotros podemos limitarnos a ser consumidores moderados, por ejemplo, de alcohol, sin llegar a abusar de esta sustancia. Sin embargo, con el tabaco, ningún nivel de consumo es seguro. Los fumadores corren un riesgo mayor de padecer una enfermedad cardiovascular adquirida aunque, si lo dejan, pueden disminuir este riesgo. Dicho de otro modo, en tus manos está cambiar tu propia situación.
Habla con tu cardiólogo
Si tienes dudas sobre las consecuencias específicas de la cardiopatía que padeces, deberías hablar con tu cardiólogo o con una enfermera especializada. Plantéale tus dudas y comparte tus inquietudes, incluso si consumes drogas ilegales o estás preocupado por si te estás excediendo con el alcohol. Elije a alguien con quien tengas confianza para hablar de estos temas y recuerda que los profesionales sanitarios quieren, de corazón, lo mejor para ti. También pueden ponerte en contacto con un trabajador social o un psicólogo, si necesitas ayuda para superar una adicción, o si tomas drogas o alcohol para combatir la ansiedad y el malestar.
¿Qué es una droga?
En términos generales, una droga es cualquier sustancia alucinógena o adictiva. No obstante, la definición puede cambiar en mayor o menor medida en función del país y la cultura en que nos encontremos. Este texto se centra principalmente en los narcóticos, la nicotina y el alcohol, aunque también recoge información sobre la adicción a otras drogas, como la inhalación de gases y el consumo abusivo de GHB.
La mayoría solemos tener nuestro primer contacto con las drogas ilegales en la adolescencia. Las principales drogas que consumen los adolescentes son la nicotina y el alcohol. En lo que a narcóticos respecta, el cannabis es el más consumido.
Los narcóticos no sólo afectan al cerebro (y, por tanto, a la visión, a la audición y a las impresiones sensoriales), sino que también afectan al corazón y pueden resultar mortales para las personas que padecen cardiopatías congénitas. Los narcóticos que se inyectan en vena incrementan el riesgo de padecer endocarditis.
Tipo de droga | Acción |
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Alcohol | El consumo de alcohol a largo plazo puede incrementar la presión sanguínea y provocar fallos cardiacos. Asimismo, abusar del alcohol puede provocar arritmias y, en algunos casos, miocardiopatías. La combinación de analgésicos y alcohol puede generar intoxicaciones. Si tomas warfarina, debes abstenerte de consumir alcohol. |
Anfetaminas y cristal | Las anfetaminas también son perjudiciales para el corazón: la frecuencia cardiaca se incrementa como también lo hace la presión sanguínea y el riesgo de arritmias y de derrames cerebrales. El consumo de anfetaminas también aumenta el riesgo de padecer edemas pulmonares. |
Esteroides anabólicos | El consumo de esteroides anabólicos puede provocar arteriosclerosis y engrosamiento del músculo cardiaco. |
Cannabis | El cannabis aumenta la frecuencia cardiaca y afecta a la presión sanguínea. También perjudica a tu corazón y a tu salud general como lo hacen los cigarrillos normales. El riesgo de adicción al cannabis es inferior al que registran otras sustancias como la cocaína, la heroína o las anfetaminas. |
Cocaína | La cocaína aumenta la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea. Asimismo, incrementa el riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos y de sufrir derrames cerebrales. El consumo de cocaína favorece el riesgo de arritmias y puede provocar fallos cardiacos. También aumenta el intervalo QT, por lo que, concretamente, los afectados por el Síndrome de QT largo (SQTL) deben abstenerse de consumirla, asimismo puede provocar miocarditis, esto es, inflamación del músculo cardiaco. Los consumidores de cocaína también pueden desarrollar miocardiopatía, una afección que daña el músculo cardiaco. Además, se han dado casos de jóvenes que han sufrido infartos después de consumir cocaína. Estamos ante una sustancia tremendamente adictiva y cuyo consumo a largo plazo puede generar irritación e, incluso, paranoia. |
Éxtasis | El éxtasis es un estimulante del sistema nervioso central similar a las anfetaminas y a la mezcalina, otro alucinógeno. En grandes dosis, el éxtasis provoca palpitaciones y subidas de tensión. También puede generar arritmias, especialmente si se combina con anfetaminas. Los consumidores de éxtasis corren el riesgo de sufrir depresión en etapas posteriores. Parece no ser una droga excesivamente adictiva. |
GHB | El GHB es un potente anestésico de intensidad variable. Esto dificulta la determinación de la dosis y las sobredosis son bastante comunes. El GHB disminuye el ritmo cardiaco y la frecuencia respiratoria y sus consumidores corren el riesgo de padecer una parada respiratoria mortal. El GHB también estimula el organismo y genera una agresividad que puede provocar acciones enfermizas. |
Alucinógenos | La mezcalina, el LSD y demás alucinógenos aumentan la actividad cardiaca y la presión sanguínea. El LSD también puede causar mucha ansiedad. |
Heroína | A diferencia de los narcóticos descritos anteriormente, la heroína y otros opiáceos disminuyen la frecuencia cardiaca y, en el peor de los casos, pueden provocar paros cardiacos. También pueden generar problemas respiratorios o edemas pulmonares. La heroína se adhiere a receptores opioides especiales ubicados en el cerebro. Como consecuencia de su consumo, se produce una dependencia y una necesidad de estimular periódicamente el centro de recompensa cerebral. |
Ketamina | La ketamina es otro potente anestésico utilizado en cirugía. Aumenta la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea. |
Nicotina | La nicotina es una de las mayores amenazas para la salud y aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. A la primera calada, ya puedes sentir que el corazón se acelera. La nicotina puede incrementar los niveles de lípidos en sangre, obstruir pequeños vasos sanguíneos y provocar infartos. Además, también perjudica a la circulación sanguínea. Los fumadores también corren el riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos. La nicotina causa síndrome de abstinencia, generando una inquietud que sólo se alivia consumiendo más nicotina. |
Poppers | Los poppers son pequeñas ampollas que contienen componentes químicos dilatadores de los vasos sanguíneos. Éstos hacen que llegue más sangre al corazón, lo que provoca un descenso de la presión sanguínea. Son especialmente peligrosos para las personas que padecen cardiopatías o hipertensión y para los que toman medicación cardiaca con nitratos. |
Inhalación de gases | La inhalación de gases procedentes de líquidos combustibles, por ejemplo, afecta a la producción de adrenalina del organismo perturbando así el ritmo cardiaco y pudiendo provocar una parada cardiaca. En casos aislados, la inhalación de gases ha generado miocardiopatías. |
Referencias
Hearts4Teens (Children's heart association) http://www.hearts4teens.org.uk/crucialinformation/lifestyle.htm, accessed on 12/02/2008
Young Hearts, http://www.yheart.net/yheart/default.aspx?page=3, accessed on 12/02/2008
Talk to Frank, www.talktofrank.com, accessed on 12/02/2008
Central Association for Alcohol and Narcotics Information www.drugsmart.com, accessed on 12/02/2008
Raphael Zahler, MD, PhD Caroline Piselli, RN, MBA Yale University School of Medicine Heart Book, Chapter 6 Smoking, alcohol and drugs, 2002
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